algo para escuchar mientras leemos

lunes, 1 de septiembre de 2008

Escuché una cosa que me asustó. El silencio en la oscuridad. Tuve una sensación de desamparo un tanto extraña y corrí hasta donde me podía resguardar de todo lo que me hacía mal. Ahí, donde me siento contenido y cálido, donde todo lo oscuro y triste muere en un abrazo, estaba ella esperándome. Si llegaba a ella estaba salvado. Me detuve un metro antes y miré ese panorama. Ya había llegado hasta ahí, tenía que seguir, no podía darme vuelta, me daba miedo mirar atrás, sólo tenía que saltar las monstruosidades que saldrían de abajo de esa cama y subir a esa isla gigante llena de abrazos calentitos.

domingo, 24 de agosto de 2008

Dicen que cuando atardece, los hombres que saben, se reúnen a despedir al sol.
Dicen que lloran. Y ríen los que esperaban la noche como cita del amor.
En un susurro escapan los secretos que allí cuentan, para volver a los suyos, en la otra rueda del tiempo.
Quizás en un sueño, el abuelo enseñe al nieto. A corta el árbol. A pedir permiso. A moldear el corte. A hacer el violín.
Y en la despedida, cuando ya esté hecho, le cante las notas para ser feliz.

martes, 12 de agosto de 2008

carta a quien nunca llegué a conocer, escrita hace un tiempo atras.

Bs As 30 de Mayo (madrugada)

Sos más que una indiferencia y una mirada hermosa, mas que un barquito de papel, sos toda una desilución gratuita de la que soy culpable. Sos casi una excusa de mis ganas de besarte, una noche al teatro. Sos esa gran mentira, la careta con la cual mi tristeza disfrazó mi estar solo, sos la resonancia de mi corazón inquieto, las ganas de un abrazo nuevo, de volver a sentirme sincero. Igualmente sos muy linda en mi fantasía aunque mutás en mil colores, sos como tantes veces nueva, ficticia e inalcansable.


martes, 29 de julio de 2008

Carta a una nariz en París

Ahora y siempre, estuve aquí para verte crecer. Ahora y siempre estaré aquí para verte llorar. Llorar es lo que tememos después de la muerte, aunque sea la única vez que lo hagamos, y sin importar cuanto dure el duelo, la soledad quizá sea eterna, y es por eso que lloramos. No logremos que la tristeza se apodere y démosle al mundo una nariz roja, la tristeza la lleva sólo el payaso y no el espectador.
Tal vez mañana despierte y me encuentre sólo otra vez, pero sé que en el fondo del baúl estarás esperando, tan redonda e impecable como siempre, tan brillante y con ese destello que te caracteriza, lista para colocarte una vez más en mi cara y salir a las tablas a hacer reír.

martes, 22 de julio de 2008

Se rompe el barro al sol, se desvanece, se quiebran, se muelen, se caen y vuelan, se pierden y se mezclan. Vuelven. LLegan. Vuelven pegoteadas almibaradas desconocidas y pretenciosas. Se pierden, se besan a escondidas de ellas mismas, si pierden y se encuentran. De espaldas una contara la otra sueñan con encontrarse ortra vez, el espejo se rompe, se cae y se desvanece. Se sumergen entre los restos, se vuelven a esforsar, respirar, merodear. Se llaman de otra forma y no se hacen caso, se entrecruzan con otras de las primeras que volaron, otros pedacitos de esa misma galletita con un mejor destino quizá.

domingo, 6 de julio de 2008

Fiebre

Hay parates que sirven para mirar desde otro lugar.
Cuando uno depende de algo concreto... cuando uno DEPENDE realmente. Y de pronto, por algún motivo, ese algo no está.
Derrumbe.
Y entonces, en la caída, o en el final, uno para. Y en el mejor de los casos, es capaz de ponerse a pensar que quizás algo no ande bien.
Mientras el problema siga sin solución, el laberinto puede parecer tan solitario, como infinito en su sin salida.
Otra vez, se me parte la cabeza y la fiebre vuelve para decirme hola.

sábado, 28 de junio de 2008

Viaje

Corriendo cuesta abajo y saltando las diferentes etapas, llega al lado del camino un sonido extraño. Como decir que es un pájaro que siempre hubiese estado ahí. Sale de la basura y encuentra en el pedestal una cosa pequeña, la agarra y sigue su camino. En el medio del monte, más alto del horizonte puede tener un instate de seguridad donde abre la mano que tuvo apretada tanto rato y mira que es esa cosa. Cosa enredada entre tantos hilos que parecen pelos, más bien son una cruza entre el pelo y el cable, no se sabe bien que es, sólo se entiende que debajo de todo esto hay una especie de pelota. Una pelota brillante, luminosa.Sacude la mano tres veces y no pasa nada, suelta su objeto y lo deja caer al suelo, este rueda cuesta abajo y desaparece, se va por el camino hasta perderse en la lejanía. Siguiendo el rastro, se acomoda en unos laureles para poder dormir y descansar. Ya era de noche, hacía frío y necesitaba parar. Se despierta al otro día y decide continuar con su camino pero no sabe hacia donde tiene que ir. Se para, se prepara, se acomoda bien las cosas que llevaba colgando en sus ropas y empeiza a caminar para cualquier lado. Llega hasta un portal que tiene como puerta una especie de anilla gigante. Se para enfrente y trata de entender como es que se abre esto, lo empuja, lo golpea, lo frota pero nada. Cansado por el intento suspira. El portal se abre. No se anima a entrar. Duda, piensa que es mejor volver y quedarse donde estaba, pero finalmente, de un momento a otro y casi sin darse cuenta ya está dando el primer paso hacia adentro. Lugar oscuro y frio. Húmedo por de más. Siente, escucha, huele, mira la entrañable oscuridad y se desliza como si fuera una serpiente cada vez más al interior de esta cueva.Oye una voz que lo llama y lo deja caer en el más insólito sueño. No puede salir, está atrapado dentro del sueño que a su vez está dentro de esta cueva. La voz no cesa y el cada vez más se pierde en su inconciente. Cae al suelo y rebota su cabeza contra el adoquín. Con el oido apoyado en el suelo siente una bibración y el rodar de una roca, que se va acercando cada vez más y el no puede hacer nada. No puede moverse ni reaccionar en la realidad, está inmerso en el sueño, pero puede oir y sentir lo que ocurre afuera. A medida que la roca se acerca su miedo crece y crece cada vez más, la desesperación es gigante y no puede evitarlo, decide que ha llegado su fin y que ya no podrá escapar, entonces se entrega a la inevitable muerte, se relaja, deja de luchar encontra de este sueño y se entrega a su destino. La roca ya está cerca y en cualquier momento se desprenderá el alma de este ser de su cuerpo y vivirá la vida eterna. Puede sentirla, ya está ahí, ya está al lado, ya siente su frio acercándose y cada vez con más furia. Ya está, la tiene al lado. Adiós.Un instante después una piedrita le golpea la cabeza. El reacciona. Despierta de este sueño y puede mover sus partes. Mira la piedra. Era la misma piedra que había encontrado antes, la agarra fuertemente, no la va a soltar por nada del mundo, se sienta en el suelo, la mira, se para y sigue caminando. Encuentra una salida, abre la puerta y del otro lado está su familia en su cabaña esperándolo para cenar. Mira la piedra y la vuelve a soltar. La piedra comienza a rodar nuevamente, sale de la cabaña y desaparece en la lejanía. A lo lejos vuelve a escuchar el pájaro.

martes, 17 de junio de 2008

amanecio entre varias pesadillas, "no quiero quererte, ni tratarte bien, solo quiero que me quieras, no quiero ser amable, ni ser alguien bueno para vos, solo quiero que me quieras, menos quiero que quieras quererme, ni que pienses que soy lo mejor para vos, mil veces prefiero que me odies pero no puedas dejar de estar enamorada de mi"
... se lo repitió

recordó ese momento y se dijo nuevamente a si mismo "lo único positivo era la inevitable insinuación del contexto"

lunes, 9 de junio de 2008

ESPERA

He vuelto a nacer y escribo sobre eso. Canto derramando gotas, sangro y escucho la felicidad. Araño cosas y termino lo que empecé. Miro por la ventana y veo a lo lejos aquel hombre que mirando a su alrededor sólo veía cabeza y no sentía su cuerpo. Ahora comprende. Se ve de un mismo lado constantemente y ya no está en un descampado. Está acompañado, se deja acompañar. Quiere, y se deja querer. Espera. Espera. Acompaña y cuida. Está bien. Es fuerte, seguro, erguido entre toda la muchedumbre se lo ve a él a punto de marcharse. Se dirige hasta allí y sólo ve eso. Nada más, una sola cosa encuentra en el vientre y decide largarla para dejarla con sus recuerdos y poder volver a buscarla cuando vuelva de este viaje. Que viaje. Que ida, que escapada, que regreso y que sensación de pertenecer a algo tan fuerte y extraña. Sensación que por mucho que se aferre a ella y se convenza de que ese algo es indefinido se siente parte de alguien más que de algo.
Lo disfruta. Se deja querer a su manera. Lo entiende, lo acepta y descubre que también puede hacerlo y que tantos gritos de alejamiento sólo eran la necesidad de acompañamiento que no entendía. Ahora todo es posible, se puede esperar y acompañar. Esperar. ¿Esperar? Quizás no baste con esperar. Quizás se canse de esperar. Pero siempre seguirá acompañando. Haciendo sentir bien. Sintiéndose querido y permitiéndose querer. No importa la espera. Que espere. No él, sino la espera. Que aguarde. Él ya no quiere seguir esperando, que aprenda a esperar. Que espere aprendiendo y que se sienta sola ella, y no él. Es ella la quiere sentirse sola. La espera. La espera necesita soledad. Necesita compañía, Necesita todo lo que yo no entiendo que quiere, pero lo necesita y como pueda se lo voy a dar y así, no seguiré esperando, sino acompañando la espera.

jueves, 5 de junio de 2008

Traga Monedas

Haciendo miserias en la vida. Construyendo sueños y destruyéndolos. Encontrando un equilibrio en el mundo y poniendo todo el peso en un mismo pie. Sufriendo las consecuencias de lo que crecer conlleva:
Sacar la basura, limpiar la casa, ordenar el cuarto, dejar todo listo. Limpio. Cuidado. Acomodado y vacío. Estoy listo. Listo para irme.
Ecuador, Chile, Bolivia, Argentina, Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, Uruguay, Paraguay, lo que sea. Siempre es irme. No importa el lugar, sino el hecho de escapar.
Salir, entrar, volver a salir, tratar de hacer las dos cosas al mismo tiempo. No se puede. Por eso elijo irme. Si me quedo me pierdo todo lo que puedo descubrir. Si no me voy me quedo sólo con mis miedos, no quedarme en todas las cosas que no me importan y salirme de una buena vez por todas del mundo agobiante del niño.
Niño. Ser niño. ¿Ser niño o adulto? No quiero ninguno de los dos. Necesito a los dos, pero no por separado, quiero ser. Sentir, vivir, disfrutar, crear, crecer, responsabilizarme pero sin dejar de jugar.
Jugar al superhéroe, al soldado, con los muñecos, con los autitos, con mis compañeritos de jardín entre la adultez y la niñez eterna. Querido Niño, prometo jamás abandonarte, estaré siempre ahí. Pero dejame crecer un poquito. No tengas miedo que te voy a dar la mamadera cada tanto y siempre te alimentaré y cuidaré bien de vos con nuevas ideas. Tranqui. No tengas miedo. Todo pasa. Todo pasa.
Expectante el niño miraba al alba cuando sufría un cambio en su interior. Atendía su asombro ante este cambio repentino y su mutación empezó a conformar una especie de traga moneadas que no se entendía bien. No lograba dilucidar entre la vida y la verdad y necesitaba sonreír en su sufrimiento. Sonreía y sufría. Se contradecía en su sentir. La contradicción le generaba angustia y no podía explicarla, le generaba bronca, odio. Quería decir, pero no sabía que. Quería hacer pero no sabía como. Quería vivir pero tenía miedo. Quería tirarse al vacío. Salía de su vida una y otra vez. Se convertía en traga moneadas cada vez más. Empezaba a pensar como un traga monedas y se arrepentía. Quería volver a niño. El traga monedas crecía, crecía, crecía y no paraba de crecer. Se agigantaba cada vez más ante el niño que se ocultaba. El niño se rinde y se deja caer. El traga monedas pasa a ser el hombre que el niño no quiso y el Hombre necesitó a su niño otra vez. Luchó por convertirse nuevamente en niño, pero no pudo. Sólo encontró en su interior un fuerte abrazo cálido de una pequeña persona que le decía, todo está bien. Todo pasa. Todo pasa. No tengas miedo. Todo pasa, todo pasa. Pasá. Que todo pasa.

martes, 3 de junio de 2008

De amores y bizcochitos de grasa

Amaneciendo poco a poco surgen las palabras de lo que vendrá. Un poco de aquí y algo de allá se suma a lo de toda una vida que piensa en volver a ser y lo que volverá a empezar.
Piensa en ser un poco de todo, pero más que nada de todos, y así nos encontramos cara a cara el uno con el uno casi medio del otro en cada uno, como amaneciendo. Amanecer ese momento comparable con la nostalgia de la juventud, ese rincón del día que pasa volando y que más extrañamos.
Encaminando a la suerte y vendiéndonos situaciones. Escuchando el sonar del día, mirando la luz de las aves y sintiéndonos cada vez más despiertos en nuestros nichos de comparaciones.
Enumerando recuerdos, retomando deseos, sonriendo miradas, conociendo palabras... todo eso entre dos panes calentitos, y un mate con olor a café con leche.
Tratando y haciendo, bizcochitos de grasa son los que una mañana me despiertan y nos unen uno al otro. Nos miramos y entendemos, entendemos y creamos. Nos miramos nuevamente y sabemos que tarde o temprano, lentamente todo va estar nuevamente amaneciendo.