algo para escuchar mientras leemos

martes, 29 de julio de 2008

Carta a una nariz en París

Ahora y siempre, estuve aquí para verte crecer. Ahora y siempre estaré aquí para verte llorar. Llorar es lo que tememos después de la muerte, aunque sea la única vez que lo hagamos, y sin importar cuanto dure el duelo, la soledad quizá sea eterna, y es por eso que lloramos. No logremos que la tristeza se apodere y démosle al mundo una nariz roja, la tristeza la lleva sólo el payaso y no el espectador.
Tal vez mañana despierte y me encuentre sólo otra vez, pero sé que en el fondo del baúl estarás esperando, tan redonda e impecable como siempre, tan brillante y con ese destello que te caracteriza, lista para colocarte una vez más en mi cara y salir a las tablas a hacer reír.

martes, 22 de julio de 2008

Se rompe el barro al sol, se desvanece, se quiebran, se muelen, se caen y vuelan, se pierden y se mezclan. Vuelven. LLegan. Vuelven pegoteadas almibaradas desconocidas y pretenciosas. Se pierden, se besan a escondidas de ellas mismas, si pierden y se encuentran. De espaldas una contara la otra sueñan con encontrarse ortra vez, el espejo se rompe, se cae y se desvanece. Se sumergen entre los restos, se vuelven a esforsar, respirar, merodear. Se llaman de otra forma y no se hacen caso, se entrecruzan con otras de las primeras que volaron, otros pedacitos de esa misma galletita con un mejor destino quizá.

domingo, 6 de julio de 2008

Fiebre

Hay parates que sirven para mirar desde otro lugar.
Cuando uno depende de algo concreto... cuando uno DEPENDE realmente. Y de pronto, por algún motivo, ese algo no está.
Derrumbe.
Y entonces, en la caída, o en el final, uno para. Y en el mejor de los casos, es capaz de ponerse a pensar que quizás algo no ande bien.
Mientras el problema siga sin solución, el laberinto puede parecer tan solitario, como infinito en su sin salida.
Otra vez, se me parte la cabeza y la fiebre vuelve para decirme hola.